Y volver… a esa soledad a tu lado… no.
Ese tono de mi voz que canta las mismas despedidas
coro de musas, casa de sueños, bar de la esquina
tengo para ti un ramo de rosas muertas, dos cubatas, tres poleas
por si no puedes levantar el vuelo, corazón ilusionado
tengo en tu honor un altar con siete velas negras.
Ciego de ojos mojados, envuelto en tu propia neblina
compras billete de ida, maneras de vivir en rebeldía
descubriendo los motivos que te hacen ser tú mismo, insurrecto, hedonista
cuando al final de aquel espejo, te encontraste el alma helada
y las manos llenas de vacíos, anda entonces…
a buscar a tientas tu próxima mentira.
Lleva en tu equipaje, cada vez que juraste no volver adentro
en las tardes que en otoño sin rumbo caminabas,
las noches de sol por las calles de aquel centro
y los juegos de saliva, cada vez que llorando de risa
te pusiste a inventar la madrugada, dejándote alcanzar sin prisa.
No te cuento el final de nuestra historia
somos todos tan iguales, tan en serie,
que después de todo regresamos al origen
y somos dos que buscando imponer su ideología
buscan entre todos los espejos, alguno que le haga compañía.
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