la página 35


Esta es la historia sobre un escritor que no podía terminar un libro, que trata de un escritor que no podía terminar un libro, este escritor soy yo y este, es el libro.




Será seguro una novela corta de menos de 100 páginas, que hoy como cada 21 de Enero, paso en limpio el borrador de la página que escribí durante un año y dejo a las infinitas posibilidades, sincronías y simetrías que llenen de nuevas letras la página que inicia y al calce ostenta el nuevo número 36.

Este año cambió mi vida… mis horarios, mi modo de divertirme, de viajar y de dormir, cambié también algunos muebles, acomodé la casa para hacer de ella un hogar  donde cupieran tres personas, cada mañana me levanto escuchando la risa de los juegos que hace la bruja con su aprendiz, me siento bendecido por su vida en la mía, como un aguacero que te hace quedarte en casa y sabes que está nutriendo tu tierra para hacerla fértil y abundante, la frágil mano que aprieta mi dedo, tiene a su vez la fuerza descomunal de quien te elige para que le enseñes el mundo por primera vez, con él me he vuelto a sorprender de las pequeñas cosas que se presentan como milagros cotidianos, el amanecer compartido en la sala, la emoción de descubrir sabores y  colores, la magia de ver volar un globo y poner el él tu esperanza en poder enseñarle a ser feliz con las pequeñas y simples cosas que nos da la vida… ha sido sin duda lo más difícil que he hecho, lo más desconcertante, emocionante y cansado, pero sin duda es también lo que más me ha gustado de las 35 páginas anteriores.

En este capítulo el protagonista también cambia de vehículo y ahora se transporta en moto, bueno, no es una moto sino un juguete en forma de moto, con la potencia de una licuadora que arrebata suspiros y mentadas de madre mientras pasea por insurgentes a vertiginosas velocidades que hacen a más de una bicicleta de panadero hacerse a un lado. Este capítulo también tuvo sueños cumplidos, hace más de 14 años, deje la facultad de veterinaria con el sueño de ser locutor de radio y fue hasta ahora que logré por otra feliz coincidencia, salir al aire con un serial unitario de 13 programas en varias estaciones a nivel nacional, con un tema que me abrió la mente y el corazón a la diversidad y las ideas de otros, una experiencia que me llevó a conocer modos de ver el mundo que hacen más grande mi propio mundo. Igual que con mis clases de códices antiguos, donde el conocimiento se preserva a sí mismo como una serpiente que cambia su piel para seguir siendo ella misma.

Redescubrí viejos amigos, y nuevos restaurantes, compartí todo esto con mi familia y con mis amigos cada jueves con intensas partidas de dominó, pláticas que me recuerdan cómo puede un grupo de personas diferentes ser tan iguales durante cerca de 25 años. Mi trabajo me gusta y crece en experiencias, retos, proyectos y confianzas ganadas, no es más grande pero no ha dejado de darme la oportunidad de vivir haciendo lo que sé hacer y más me gusta.

Por lo demás, solo resta contarles del amor, es maravilloso ver pasar un año más y volver a encantarme con sus modos y sus gestos, sus cariños y su fuerza, entender sus rabias y amar su lucha, porque este año comprobé que admirar a una persona es también aprender a amarla de formas diferentes y mejores.

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