Estás, estaré, estaremos bien

Hoy, apenas hace un par de meses, decidiste que ya era suficiente aquí.

Parece que fuera mucho más tiempo, hace tanto que no escucho tu voz, nunca supe cuando me abrazaste aquella vez tan fuerte, si era porque sabías que tenía tanto miedo, o porque tú también sentiste alguna vez lo que era seguir la carrera con el corazón en los pies; y como dice una canción que escuché apenas. En fin.
Las nostalgias se me juntaron un domingo y se fueron a un concierto, donde cantaron a coro canciones que nunca supiste pero que me hicieron acordarme de ti, de mí contigo, del dese de la desta y así (nada particular, mi estrella, creo en ti) la certeza de haberte vivido sano, feliz y con todos durante tantos años, la melancolía de sentir cómo otras personas decidieron también irse de esta vida o de mi vida, sin tomarse con nosotros un último tequila.

Ayer tu nieto, ese sí sabía canciones que te gustaban, porque te conocía de antes o por tener como tú el alma de pirata; el tema es que cumplió cuatro años y estoy seguro que sabe mejor que yo, que no debiera sentirme así, que decidir defender la alegría y cantar mientras lloras ocupa valentía, que el amor es para siempre, y que cada noche vendrá una estrella a hacerme compañía… 

Él aprendió amoroso que así es la muerte, y se afana en buscarte junto a la luna y me avisa cuando aparece la estrella más brillante, me alerta, mira, ahí está… así que sabrás que cuando cantaron esa, encendí un recuerdo de humo y solté llanto canto y mocos harto y en algo feliz.

Y de repente, en una nueva canción, el fuego que antes todo lo abrazó y lo abrasó, se volvió a encender; solo y en una plaza llena de gente, todo cobró sentido cuando un papá le dice esto a su hijo, como tú me lo dijiste alguna vez, y así hoy se lo digo a él…

Y mira tus manos
Y mira tus pies
Y mira tus ojos y dime 
¿a quién ves..?



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