No acepto que la libertad tenga un precio (acaso un costo exagerado por la crisis) que robo sin violencia al tiempo, porque teniendo con qué, decido irme sin pagar; acepto pues que soy a veces peor de lo que esperaba, pero mejor de lo que era, hay más.
Con arietes de olas espejos de estrellas, defiendo lo que para mí es sagrado, lo que me gusta y pertenece; todas esas extrañas presencias y otras ausencias presentes que decido no olvidar, la música y los juegos que hay por descubrir, las reglas que me gusta retorcer, el llanto y la risa que estallan como burbujas en la cara; el espacio donde habito, los hábitos sanos y las malas costumbres, a las que no me quiero desacostumbrar.
Las cajas que no guardan nada están siempre listas para otra mudanza, los momentos en silencio, la luz atrapada en las persianas, las posibilidades de ser el de siempre y proceder distinto, veo más claro a ojos cerrados, y no estoy dispuesto a regatear en el mercado, algo que no se puede vender.
Ya no quiero las ventajas que trajo la prudencia, aprendí a amar mis errores como heridas que no cierran, me niego, a poner punto final, a mi cuento donde tatué suspensivos otro par; no vine a conformarme con lo que hay, ni a que dependa mi alegría de otra voluntad, me niego a elegir lo mejor de lo peor y dejar enterrados mis tesoros, ahorrar para mañana, cederle el timón al qué dirán.
No pretendo que un verdadero encuentro tenga que adaptarse a lo que uno desea, sino a lo que se está dispuesto a dar, forzar la chapa de una puerta que debiera estar abierta, es ir en contra de toda naturaleza, la libertad es una, pero nuestra es la forma de ejercerla, aunque reconozco el derecho de los otros, de pretender exigencias, que no pienso de momento atender, ni dar.
Libertad no significa entonces hacer lo que uno quiere, sino elegir dónde y cuánto apostar, sin miedo, ni recato, no juego por ganar sino para divertirme emocionado, ser libre es soltar y saltar encontrando que todo cabe en el vacío de mis manos abiertas y en la caída se aprende a volar.
Ni tan malo como dicen, ni tan bueno como pareciera, ni tan genial como me esperan, ni tan sombra como me recuerdan, ni tan viejo para no aprender a ser distinto, ni tan joven para no saber por dónde vine, multiplicando los panes que me como y comparto o los peces que prefiero naden libres que pescar.
Donde ocupa libertad de ser la vida, en esta playa, el ayer es un fantasma que sólo espanta a los turistas, y la claridad intuitiva del mañana, es la silueta oscilante en la ventana, efecto de las llamas que dejé por dentro arder.
Donde ocupa libertad de ser la vida, en esta playa, el ayer es un fantasma que sólo espanta a los turistas, y la claridad intuitiva del mañana, es la silueta oscilante en la ventana, efecto de las llamas que dejé por dentro arder.
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